Caso Sánchez Paredes: los fantasmas del narcotráfico nunca desaparecen

Hace casi diez años empezó la investigación por lavado de dinero contra los hermanos de los asesinados Perciles y Simón Sánchez Paredes. Desde entonces, la Policía Antidrogas de Perú, la Procuraduría General de México y la DEA, han desempolvado los viejos archivos por narcotráfico que pesan sobre la familia originaria de La Libertad. Para el Ministerio Público y la Procuraduría Antidrogas, la fortuna ilegal de los muertos permitió crear un imperio minero que exportó toneladas de oro a Estados Unidos, Europa y Asia.

Investigación

El 24 de junio de 1980, el confeso narcotraficante Masías León Mariños, un personaje condenado al olvido en los viejos archivos de la Dirección Antidrogas de la Policía (Dirandro), fue detenido en la ciudad portuaria de Chimbote, luego de una operación que involucró el decomiso de pasta básica cerca de Ecuador. En aquella época, Perú era uno de los destinos favoritos de contrabandistas colombianos que, como llegó a ocurrir con un joven Pablo Escobar en los orígenes del cartel de Medellín, cruzaban la frontera para comprar droga en el norte del país y luego venderla en Estados Unidos.

La identidad de aquel personaje nunca hubiera trascendido de las páginas del atestado policial del caso sino fuera porque se atrevió a nombrar al financista de la organización, miembro de una familia que operaba desde las frías alturas de la sierra de la Libertad, y comprador de la pasta básica que él traía desde el valle cocalero del Alto Huallaga: “(Yo) recibí 20 millones de soles (de la época) de Perciles Sánchez Paredes para comprar droga en Uchiza”, reveló León Mariños, días después de su captura. Frente a la fiscal de la investigación llegó a decir que “toda la familia Sánchez se encontraba en buena posición económica por dedicarse al narcotráfico”. Casi cuatro décadas después, el eco de aquella manifestación sigue resonando en la historia de la lucha antidrogas en el Perú.

Los Sánchez Paredes decidieron no contestar a la fiscalía y la procuraduría en el juicio

Ojo-Publico.com –en el lanzamiento de NarcoMapa, una plataforma para investigar temas de narcotráfico en el Perú– identificó al llamado Caso Sánchez Paredes como uno de los más importantes en la lucha contra el lavado de dinero, desde la condena de Fernando Zevallos ‘Lunarejo’ en el 2005. Precisamente, este proceso tiene sus orígenes más remotos en diferentes atestados por incautaciones de pasta base en los años ‘70, de la Procuraduría General de México y de la DEA en los ‘80 y declaraciones de traficantes como Masías León y pesos pesados del negocio ilícito que revelaron que Perciles Sánchez, inicialmente condenado a 15 años de prisión y luego absuelto en medio de un escándalo judicial, al igual que sus hermanos, eran narcotraficantes.

JUICIO ORAL: De izquierda a derecha, Fidel Sánchez Alayo (48) y su padre Manuel Sánchez Paredes (75), al costado de sus hermanos Orlando (73) y Fortunato (69) junto con Belisario Esteves en la audiencia inicial del caso en enero de este año. Ninguno quiso someterse al interrogatorio de la fiscalía y la procuraduría. / Poder Judicial.

La saga histórica del clan Sánchez Paredes, que hoy se escribe desde la Sala Penal Nacional, empezó con los hijos de los campesinos Simón Sánchez y Sumilda Paredes: los hermanos Perciles (1938), Manuel (1942), Orlando (1944), Fortunato (1948), Amanda (1951) y Simón (1958). Nacidos en Mollebamba, un pequeño y empobrecido distrito ubicado entre La Libertad y Áncash, los herederos de la prolífica familia han sobrevivido a diferentes investigaciones policiales por sus presuntos negocios con firmas colombianas y mexicanas, y a los brutales asesinatos de Simón en México en 1987 y Perciles en Perú en 1991, para luego crear un emporio minero que ha llegado a exportar toneladas de oro a Estados Unidos, Europa y Asia.

Acusado de capo de la droga está en la mira de la DEA

La historia secreta de Miguel Arévalo 'Eteco'.

Los reportes policiales más antiguos revelan que Perciles Sánchez empezó como traficante de pasta básica en los ‘60 en el Huallaga, incluso dos de sus sobrinos nacen en la zona de Juanjuí a fines de aquella década. Sin embargo, los rastros más contundentes de su pasado recién emergen en los ‘70. Entonces, el primogénito de la familia era un hombre con más de 40 años, y estaba asociado con Manuel, Orlando y Fortunato, en compañías de transportes, inmobiliarias y constructoras en Trujillo. Hoy se conoce, según los reportes entregados por la DEA al Ministerio Público, que los hermanos operaban pistas de aterrizajes clandestinas en el norte del Perú en aquellos días, desde donde enviaban supuestas cargas de droga a México, dominado en esos días por el llamado cártel de Guadalajara.

En 1980, momento clave en el historial de la familia, Simón Sánchez arribó a México con apenas 22 años. Ese mismo año, Perciles había caído en prisión por la incautación de la pasta básica que León Mariños compró en Uchiza; mientras que Manuel y Orlando eran acusados como jefes de una organización criminal que traía droga desde el Huallaga, a raíz de la inspección policial de un inmueble y depósito de camionetas en Ate Vitarte. Los atestados de la época confirman que las órdenes de captura contra los naturales de Santiago de Chuco estaban a la orden del día, al mismo tiempo que iniciaba una temporada de sangre y fuego en el Perú por la ofensiva de Sendero Luminoso contra el Estado y el ascenso de los primeros cabecillas del tráfico de drogas.

SOMBRAS. Simón Sánchez Paredes (Izq.) murió asesinado en México en 1987, mientras que su hermano mayor Perciles fue acribillado en Trujillo en 1991.

Desde el norte del país, Jorge López Paredes 'Tío George', ya había iniciado sus viajes a México para establecer contactos con los capos de Guadalajara; Lucio Tijero Guzmán 'Ingeniero', traficaba en el trapecio amazónico con el colombiano Evaristo Porras Ardilla, excliente del entonces abogado Vladimiro Montesinos y exlugarteniente de Pablo Escobar; mientras que Demetrio Chávez Peñaherrera 'Vaticano', empezaba a abastecer las narcoavionetas del cartel de Medellín y de Cali. El negocio vivía su época dorada. Un joven Fernando Zevallos 'Lunarejo', había cumplido su primera temporada de cárcel en Juanjuí (San Martín) y Jorge Chávez Montoya 'Polaco', ya empezaba a registrar sus primeros antecedentes por financiar el terrorismo en el Huallaga.

La violencia –que remecía Colombia con el cártel de Medellín y México por el crimen del agente DEA, Enrique Camarena– no tardaría en alcanzar a los Sánchez Paredes. Simón, instalado en Rancho Luna, un lujoso fundo en Pachuca (a hora y media del Distrito Federal), fue asesinado junto a su pareja en 1987. Tenía 29 años, pero estaba bastante involucrado en el negocio de las drogas. La policía mexicana que llegó al lugar descubrió un narcolaboratorio con 135 kilos de cocaína, insumos químicos y armas de guerra, además arrestaron a un ahijado de Perciles Sánchez, Elmer Vásquez Peláez (18); e incriminaron a dos hijos de Manuel Sánchez: Fidel Sánchez Alayo (18) y Luis Felipe Sánchez Luna (19). Perciles conoció la noticia mientras cumplía 15 años de prisión por narcotráfico. Poco después, en 1991, la muerte también lo alcanzó en Trujillo, tras salir de la cárcel por la anulación de su sentencia. Tenía 53 años.

Simón Sánchez fue asesinado mientras su hermano Perciles purgaba una condena de 15 años de prisión

Tras la muerte del benjamín y del primogénito de los Sánchez Paredes, el Ministerio Público y la Procuraduría Antidrogas sostienen que los hermanos sobrevivientes, Manuel, Orlando y Fortunato, junto a Fidel Sánchez Alayo (1967), hijo del primero y citado en el caso de tráfico de drogas en México y en otro por envío de cargamentos de cocaína a Estados Unidos, se convirtieron en millonarios después de blanquear el patrimonio ilícito de Simón y Perciles. Entre 1992 y el 2007, cuando inició la investigación de la Policía Antidrogas que hoy los ha sentado en el banquillo de los acusados, la familia liberteña ha edificado un próspero negocio inmobiliario, ganadero y agroindustrial que tuvo su punto más alto cuando crearon la Compañía Minera Santa Rosa (Comarsa) en 1992.

DOMINIOS EN LA LIBERTAD. La localidad de Mollebamba (Santiago de Chuco), de donde son originarios los Sánchez Paredes, a pocos kilómetros del aeródromo de Tulpo y de las minas Comarsa y San Simón, creadas con dinero del narcotráfico, según el Miinisterio Público y la Procuraduría Antidrogas.

En los últimos 20 años, los hermanos de Simón y Perciles se convirtieron en el poder político y económico del distrito de Mollebamba, cerca de donde operan sus compañías auríferas. Orlando Sánchez consolidó su poder en la minera Comarsa; Manuel fue elegido alcalde de esta localidad entre 1995 y el 2002, logrando que el municipio cree un aeródromo con el supuesto objetivo de promover el turismo en un pueblo de menos de 1.000 habitantes; mientras que su hermano Fortunato, ocupa el cargo desde el 2006 hasta la actualidad. Estos hechos llaman la atención del Ministerio Público y de la Procuraduría Antidrogas ya que los Sánchez Paredes fueron acusados de utilizar pistas clandestinas para llevar droga al extranjero y porque en el 2007 la Dirandro los acusó por desvío de insumos químicos, caso que fue extrañamente archivado.

Sin embargo, la época de la bonanza absoluta acabó en el 2007, cuando la Policía Antidrogas lanzó una ofensiva contra la familia Sánchez Paredes, que había pasado de los reportes de inteligencia a las revistas del jet set limeño. En estos diez años, el equipo de la Dirandro que opera con respaldo de la DEA, la Procuraduría Antidrogas y la fiscalía de lavado de dinero que defiende el caso en juicio oral, han sido protagonistas en la batalla legal contra las firmas de abogados que intentan archivar el proceso de Manuel (y su hijo Fidel), Orlando y Fortunato Sánchez Paredes, y uno de sus hombre de confianza Belisario Esteves, exministro aprista. Hoy la batalla final, como en el polémico juicio de los ‘80 contra Perciles, se libra en el Poder Judicial.

La justicia va por la revancha.

 

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'LUNAREJO'. Fernando Zevallos, preso en Piedras Gordas desde el 2005. Hoy enfrenta un proceso por lavado de dinero del narcotráfico al mismo tiempo que los Sánchez Paredes. / Ilustración Iván Cortez.

En el Perú, tiempo después de la caída de Fernando Zevallos en el 2005, los diferentes equipos de la Policía Antidrogas que operan con el apoyo de la DEA, fijaron su atención en viejos objetivos que destacaran por sus antecedentes por narcotráfico y pudieran ser llevados ante la justicia por lavado de dinero.

Desde Miguel Arévalo, entonces dueño de la aerolínea Atlantic Airlines en Centro América y propietario de grifos en Estados Unidos, a quien le iniciaron investigación en el 2007; Luis Valdez, alcalde de Pucallpa y empresario maderero, el 2008; los hermanos Sánchez Paredes, poderosos exportadores de oro, también ese año; y Adolfo Carhuallanqui o César Cataño, accionista de Peruvian Airlines en el 2009. Alrededor de una década después, el caso más complejo llegó a juicio público.

El pasado 11 de enero, el tribunal de la Sala Penal Nacional –integrado por los vocales María Apaza, Francisco Mendoza y Juan Carlos Santillán– inició el juicio contra los Sánchez Paredes frente a decenas de asistentes, entre abogados, periodistas y los hijos y guardaespaldas de los acusados. En el camino quedaron las denuncias que interpuso la defensa de la familia liberteña contra los narcotraficantes que citaron su nombre; la exclusión de diferentes empresas y denunciados por lavado de capitales, y el sospechoso, pero fallido intento del propio Ministerio Público por archivar el caso en el 2012.

De un lado, el fiscal Frank Almanza, su adjunta Maryeni Morales; y la procuradora antidrogas Sonia Medina; del otro, el equipo legal de los procesados: El veterano Luis Roy Freyre (abogado de Perciles en los 80) y Jorge Paredes, por Manuel Sánchez y ganadera San Simón; César Nakazaki y Juan Servigón, por Orlando y Fortunato Sánchez, Belisario Esteves y la minera Comarsa; y Luis Reyna Alfaro, Fernando Iberico y Ana Cecilia Hurtado, del estudio Caro & Asociados, a cargo de Fidel Sánchez, Compañía Minera San Simón, entre otras empresas del grupo.

En la jornada inaugural, el Ministerio Público exhibió las pruebas para condenar a 28 años de prisión a los procesados, mientras que los abogados presentaron casi al unísono una serie de tachas contra peritajes y testimonios para lograr la absolución de sus clientes. César Nakazaki, exabogado de Alberto Fujimori, resumió así su defensa: “El indicio de [la fiscalía] indica que mi patrocinado, Orlando Sánchez Paredes, fue narcotraficante y que con sus hermanos lavó dinero sucio. Nosotros vamos a destruir este indicio”.

DEFENSA DEL ESTADO Y FISCALÍA. Procuradora Antidrogas del Ministerio del Interior, Sonia Medina (conjunto rojo); junto a la fiscal adjunta del caso, Maryeni Morales (vestida de negro), descienden de la sala de juzgamiento del penal Castro Castro. / Paul Vallejos (Ojo-Publico.com)

Nakazaki dijo que la fortuna de Simón Sanchez se quedó en México, “de donde no vino un sol”, y que el patrimonio de Perciles no puede ser considerado delito fuente del lavado de activos “porque es un absuelto”. De esta forma, el letrado celebró a su colega, Roy Freyre, de 85 años, a quien llamó “decano y ejemplo”, para luego recordar la absolución del primogénito de los Sánchez Paredes, quien purgaba una condena de 15 años de prisión en 1988. “Muchas gracias, usted consiguió esa victoria”.

 

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El 24 de abril del 2009, Jorge Chávez Montoya 'Polaco', narcotraficante del Huallaga y exlugarteniente de Fernando Zevallos 'Lunarejo', reveló que el menor de los Sánchez Paredes fue ejecutado por su meteórico ascenso en el negocio de las drogas en México e identificó al presunto responsable del crimen. Llamado como testigo en la investigación contra el clan liberteño, y preso en un penal de Iquitos, se atrevió a decir: “Juan Quintero fue el responsable. Se confabuló con Jorge López Paredes ya que [Simón Sánchez] era una verdadera competencia en el narcotráfico de la zona pues quería copar el mercado de [envío de droga] de México a Estados Unidos”. La última versión de 'Polaco' sobre el tema, antes de ser extraditado a Miami, quedó plasmada en blanco y negro por la fiscalía.

Ojo-Publico.com conoció que ‘Polaco’, al hablar de Juan Quintero, se estaba refiriendo a un viejo conocido de los mayores traficantes peruanos de los '90: el capo Juan José Quintero Payán (Sinaloa, 1942), leyenda del narcotráfico en México y jefe de organizaciones delictivas tras el fin del cartel de Guadalajara; exsocio de Amado Carrillo Fuentes 'Señor de los Cielos' y tío de Rafael Caro Quintero, asesino del agente de la DEA, Enrique Camarena, en 1985. Dicho personaje, conocido como 'Juanjo', fue detenido el 2006 y extraditado a los Estados Unidos en el 2010. Un año después, una Corte del Distrito Federal de San Antonio (Texas) lo condenó a 18 años de prisión luego de que este mismo confesara que "lideró una empresa criminal que compraba toneladas de cocaína en Colombia y Perú entre 1978 y el 2002".

AL BANQUILLO: El expediente judicial del Caso 100, como se le llama al proceso contra los Sánchez Paredes, ocupa varios ambientes de la Sala Penal Nacional.

Documentos de la Dirandro indican que los proveedores locales de Quintero Payán fueron Jorge López Paredes 'Tío George' y Herless Díaz Díaz, ambos en prisión por dirigir la organización 'Los Norteños', de quienes recibía cargas gigantescas de cocaína, como las 3.5 toneladas de droga que la policía les incautó mientras intentaban despacharla desde Piura en 1995. Cuatro años después de aquel hecho, el mismo Herless Díaz confesó, desde su encierro en el penal de Challapalca, que Quintero Payán era uno de los receptores de la mercadería ilícita que salía de Perú y Colombia. Aquel capo de Sinaloa, según la versión de 'Polaco', fue quien ordenó ejecutar a Simón Sánchez Paredes, el único narcotraficante peruano descubierto con un laboratorio de elaboración de cocaína en México.

Sin embargo, 'Polaco' no fue el único narcotraficante que habló del nivel que los procesados alcanzaron en mundo de las drogas. Uno de los primeros fue Lucio Tijero Guzmán (Tumbes, 1946), prominente personaje de este negocio ilícito. En el 2001, mientras purgaba prisión en Lima desde 1994, sindicó a Perciles Sánchez como su socio en el tráfico de cientos de kilos de pasta básica en la ruta “Tingo María, Iquitos y Leticia (Colombia)” en los ‘80. En el 2009, Tijero dijo que también conoció a Simón Sánchez en México en 1987 y que aquel le envió dinero para la compra de cocaína y posterior despacho a Estados Unidos. Después de estas coordinaciones, Tijero cayó detenido en Miami y acabó convirtiéndose en informante de la DEA.

También en el 2001, Óscar Benítez Linares (Tarapoto, 1972), narcotraficante confeso e informante de la DEA desde los 90, sindicó a Fidel Sánchez Alayo, hijo de Manuel y sobrino de Perciles, como socio del cubano Rubén Santana Martínez y de Jorge López, en operaciones para enviar cocaína a los Estados Unidos en 1994. Entonces, Fidel Sánchez tenía 25 años, ya estaba instalado en Lima después de salir de México tras el crimen de su tío Simón (en donde se le abrió un proceso por tráfico de drogas), y venía acabando sus estudios de Ingeniería Industrial en la universidad Ricardo Palma. Benítez –quien también cumple condena en Piedras Gordas y fue pieza clave en la condena de ‘Lunarejo’– fue uno de los primeros en sindicarlo como traficante. 

Debieron pasar ocho años para que ‘Polaco’ (Pucallpa, 1955), confirmara la versión de Óscar Benítez y entregara detalles inéditos sobre las reuniones entre Fidel Sánchez y el traficante cubano. Durante la investigación de la Dirandro que hoy se encuentra en juicio público, ‘Polaco’ reveló que Jorge López y Rubén Santana le contaron que el hijo de Manuel Sánchez fue enviado con su tío Simón a Rancho Luna para que “aprenda como se realizaban las coordinaciones de las actividades del narcotráfico desde Perú, México y Estados Unidos”. Además dijo que él se reunió con Fidel Sánchez entre 1992 y 1994 en Miami y que la exesposa de Jorge López, Beatriz Ríos Zegarra, conocía estos tratos.

Jorge Chávez 'Polaco' fue extraditado a EE.UU. y Lucio Tijero falleció el año pasado en prisión.

En el caso de Jorge López Paredes (Trujillo, 1942), peso pesado en la historia del narcotráfico en el Perú y referenciado junto con Perciles Sánchez en los ‘80, se confirmó que mientras vivía en México le decían 'El Sapra', el mismo nombre que utilizaba un personaje que visitaba Rancho Luna.  Durante la inspección del narcolaboratorio también se halló una tarjeta con su nombre, mientras que su esposa Beatriz Ríos fue señalada como pariente de los Sánchez Paredes.

Según una indagación de la Procuraduría General de México, el llamado ‘Tio George’ arribó a dicho país en 1986 para iniciar sus primeros contactos con narcotraficantes de Jalisco, en donde nació el cartel de Guadalajara. Aquí vivió, aunque viajando de forma frecuente a Estados Unidos, Panamá y Perú. En 1992, Jorge López se mudó al Distrito Federal en donde se quedó hasta el 2000, cuando fue detenido por la Policía de dicho país y extraditado al Perú.

TIEMPOS MEJORES. La familia Sánchez Paredes llegó a tener buenas conexiones en la política peruana. Aquí unas imágenes del 2006, en donde aparecen Manuel Sánchez Paredes (se casaba uno de sus hijos) cerca de Martha Chávez; y Fidel Sánchez junto a Absalón Vásquez.

Sin embargo, antes de las manifestaciones de los condenados Jorge López, Lucio Tijero, Óscar Benítez y Jorge Chávez, la DEA ya conocía que los Sánchez Paredes exportaban droga a Estados Unidos. En 1989, el narcotraficante peruano Luis Antonio Tafur Mesones (Amazonas, 1942), tras ser detenido en Miami por dos cargamentos de cocaína (478 kilos y 353 kilos), contó que conocía a los hermanos "Perciles, Manuel y Orlando desde mediados de los 70". Dijo que aquella familia era "una de las organizaciones más grandes de Perú... y que utilizaban de 3 a 4 pistas de aterrizaje cerca a Bayovar (norte del país) para enviar pasta base de cocaína [que era] procesada en clorhidrato de cocaína". Para rematar indicó que usaban México como punto de transformación de la droga por el acceso que se tenía a dos insumos químicos claves: el éter y la acetona.

No solo eso, Tafur Mesones –quien figura junto a Perciles Sánchez en un atestado policial de fines de los 70– también dijo que Simón era el "hombre del dinero" ya que en 1987 financió la compra de droga con US$ 1.2 millones para trasladarla de Perú a Colombia y de ahí a Estados Unidos y que además contactó al menor de la familia liberteña con Lucio Tijero para el traslado de cocaína hacia Bahamas (isla en el Caribe que era usada por los cárteles de Medellín y Cali en aquella época) y para la compra de una aeronave Aero Commander, que finalmente fue incautada por la DEA tras la captura de este último. A los anteriores se suman los operadores y empleados detenidos en el narcolaborario de Simón tras su asesinato en México.

Actualmente, las minas Comarsa y San Simón, de los Sánchez Paredes, envían oro a India y a Emiratos Árabes Unidos.

Todos confesaron, luego de ser intervenidos, que se dedicaban al negocio de convertir pasta básica en cocaína. Empezando por los peruanos Carlos Dancourt Rossi, quien aceptó ser el intermediario del fallecido para enviar sus despachos de droga a Miami; y Walter Saavedra Domínguez, quien victimó al menor de los Sánchez Paredes y llegó a trabajar con los hermanos Manuel y Fortunato en Trujillo. Este acabó siendo condenado por el homicidio y también por narcotráfico. Actualmente, purga prisión en México.

Además, el médico mexicano José Meza Navarro, condenado por narcotráfico luego de que le incautaran maletas con cocaína que habían sido extraídas del fundo tras el crimen; y Elmer Vásquez Peláez, ahijado de Perciles Sánchez, sentenciado a 12 años de prisión luego de aceptar que era procesador de cocaína. Este último, después de cumplir su pena volvió al Perú, creó la compañía de seguridad Protsevisa para brindar seguridad a las sociedades de los Sánchez Paredes y también se vinculó con la minera Comarsa, la agrícola ganadera Salamanca y la offshore panameña Ohana Overseas, controladas por Orlando Sánchez Paredes y sus hijos, además de mantener un nexo por la adquisición de un inmueble en Asia (Cañete).

Se espera que alguno de los testigos de lo ocurrido en el narcolaboratorio de México se presente en el transcurso del juicio oral. Hoy, por lo pronto, el caso volverá a la semilla. La audiencia pública se realizará en la Corte Superior de La Libertad, a donde se han trasladado todos los protagonistas del megajuicio más emblemático por lavado de dinero del narcotráfico. Así, sobre la misma tierra que vio nacer a la familia Sánchez Paredes y morir a uno de los suyos, queda claro que los fantasmas del pasado nunca desaparecen.